Continuación parte I.
Cuando dos personas buscan un encuentro sexual esporádico (sin pagos mediante) deben ser conscientes de varias cosas. Uno: aunque no haya amor tiene que parecerlo. Dos: se deben explorar cosas nuevas, siendo más creativos de lo habitual (el sexo convencional que se quede en casa, si lo hay). Tres: los mimos y abrazos son muy importantes. Cuatro: hacerle sentir al otro que no solo buscas sexo, que también le aprecias, que le respetas y te interesa lo que te puede contar. Lo que quiero decir es que para que el sexo ocasional funcione tiene que convertirse en algo extraordinario, en un momento mágico de entrega entre dos personas que, aunque no se aman tienen que entregarse al erotismo por el enorme respeto que sienten, no por el otro, sino por el sexo.
Puede parecer sencillo pero Mara solo lo ha conseguido con “el inglés” y al salir del cine, con Christian Grey. Claro, a su manera con unos cuantos latigazos rítmicos. Eso es lo que nos atrae de él. Él no ama, folla pero folla con rotundidad, ¡con seriedad joder! Se entrega al sexo.
Y, pobre de él, porque aunque no lo sabe cuándo se folla a Anastasia la está amando. Ella así lo siente. Aunque no apruebe los azotes le gusta porque se entrega por completo a él. No olvidemos que si el cocktail funciona es porque el guion enseña una historia de amor, no de sexo. Y eso mismo debe parecer entre dos personas que buscan placer en matrícula.
Para los que no entiendan lo que digo se me ocurre una tabla de cincuenta (quitando el cero de atrás se quedan en cinco) comportamientos esenciales para hallar la noche perfecta.
REGLAS DE LOS AMANTES PASAJEROS.
Número uno: Quitarse la ansiedad por penetrar. ¡Por Dios! Es tan básica que aún me cuesta entender que un hombre pasado los treinta no la haya aprendido. Empezar así una noche pasajera de placer es lo más anti erótico para una mujer. El hombre que rápidamente va a la penetración, rápidamente experimentará la eyaculación. A ese hombre hay que quitarle el título de amante pasajero inmediatamente porque no llega a los mínimos.
Regla número dos: Mimarse el uno al otro (POR IGUAL). A todos nos encanta sentirnos queridos y eso aplica también en una relación espontánea. No lo olvidemos. Si no estás de acuerdo con esta regla busca una puta y punto. Recuerdo uno, artista claro, que en el segundo encuentro me suelta eso de que “tenía que mimarle mucho”. ¿Cómo? Pensé yo. Que una rica heredera treinta años mayor que el frágil Charlie Parker cuidara de él hasta su muerte es una cosa pero ¿que han visto algunos en mí para darme ese rol?… Quizás es que no ven nada, no porque no quieran, es que no pueden. Solo pueden verse a sí mismos (y a su polla). El amante perfecto buscará un equilibrio entre la parte afectiva y la calidad del contacto sexual.
Regla número tres: No quitarle el juego de lencería en el primer asalto que con tanto esmero se puso para ti. Es más común de lo que creemos. Un consejo. Juega con las telas carísimas que ella ha comprado esa misma tarde. Besa las tiras de sus ligueros, muérdele los pezones por encima del sujetador… También dile que se meta sus deditos entre las telas rojas del culotte mientras la observas con descaro. Empezará a gustarte. Ella se sentirá enormemente deseada y se irá soltando… Recuerda lo siguiente: Cuando una mujer se suelta, ya no tiene límites. Se entrega.
Regla número cuatro: Prolongar los juegos sexuales. La mujer necesita de seis a nueve minutos para alcanzar el orgasmo, pero la gran mayoría de ellos lo hacen en tres. Para ello es clave fantasear, jugar, hablar. Échale un poco de vino en el pecho y chúpaselo mirándole con mucho deseo. Alargarás el momento de la penetración y conseguirás acercar esos minutitos de diferencia. Por ese camino, ella se sentirá excitada, aceptará (como he dicho antes) y comenzará a entregarse. Y cuando esté lista, entonces será más fácil que alcance el orgasmo al comienzo de la penetración. Pruébalo. Con un poco de suerte, seguramente lo alcancéis juntos.
Regla número cinco: Hay algunos fanfarrones que tienen el vicio de hablarte de su gran pericia en la cama. ¡No te creas una palabra! Alguno encontré que al decirle que le veía con cierta destreza, se creció inmediatamente y empezó a hablar de que le importa tanto el placer de la mujer que había estudiado aquello del sexo tántrico. ¡Qué bien! Al cuarto o quinto encuentro, cuando el interés por tu persona empieza a menguar y ya solo busca tu agujerito, te das cuenta de que lo máximo que ha hecho ha sido leer sobre el tema en un artículo en GQ. Un amante experto en tantrismo siempre tendrá un comportamiento enormemente generoso y el fanfarrón se descubre antes de lo que él cree.
Lo siento hombres que me leéis pero escribo esto desde el enfado porque las expectativas que tenía puestas en mi último amante pasajero explotaron en mi cara enseguida y me ha dejado dos días de amargor. Ahora que estoy atravesando un momento vital enormemente rico, esta manchita no me la esperaba. Quiero decir que os adoro, que respeto enormemente vuestra manera de ser. Que tenéis que ser mucho más egoístas que nosotras para sobrevivir en esta sociedad dura que no os permite enseñar la vulnerabilidad, y mucho menos llorar. Pero por eso precisamente a las mujeres de todo el mundo nos gusta Christian Grey, porque es frágil y se lo enseña a Anastasia desde el primer momento. No la engaña, le dice que en el cuarto rojo del dolor, ella sufrirá físicamente, pero le advierte de algo: Le va a gustar. Y claramente le gusta pero solo por una razón, porque ella sabe que él en el fondo la ama y entonces consiente y se entrega.
Ahí está la clave, deja si quieres el egoísmo para tu profesión, ama a todas las mujeres, y especialmente ama hasta la extenuación a las amantes de tus encuentros pasajeros, porque al no haber tantos intereses creados, solo en esos encuentros, el sexo se presenta desnudo, auténtico, se alza como centro indiscutible de nuestra vida.
Mara Blixen.
Gracias Mara, por estos sabios consejos.
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Increíble pero cierto. Yo aún me sorprendo cuando alguna mujer me habla de amantes pasados que siguen infringiendo reglas tan básicas como las que has comentado.
La primera vez que una mujer me habló sobre ello, pensé que habría tenido mala suerte. Que habría dado con todos los cafres del mundo. Pero ya son tantas las que me terminan sacando el mismo tema, que he llegado a la conclusión de que los hombres no saben ser amantes. Claro que, con alguna mujer «torpe» también he dado.
Ojalá todos ellos y ellas, leyeran tus reflexiones.
Mil besitos empaticos.
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Rosaluma, Me has dado una idea y es escribir ( o intentarlo) desde el lado del hombre. Algo así como 50 reglas que toda mujer debería tener en cuenta para follar…
Sexo y empatía para tí…
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Uhmmmm genial idea.
Ya te dije una vez que me encanta cuando escribes con tu pluma…con tus propias reflexiones.
Estaré atento para disfrutarte y aprender contigo.
Yo, iré preparando mi post del jueves. Pensando en tu sensualidad. Imaginando tu sexualidad.
Mil besitos muy sexuales!!!
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No puedo estar más de acuerdo…. Cada día me parece más increíble que los hombres no sepamos, o muchos de ellos no sepan, apreciar y disfrutar de las relaciones sexuales en su plenitud. La penetracion es solo una parte, y quizá ni siquiera la mejor, al menos no de forma muy destacada de toda la relación. Hay pocas cosas mejores que notar cómo se derrite y entrega una mujer a las caricias, los besos o como se retuerce de placer mientras recorres su sexo con tu lengua…. Que hay mejor que observar la belleza de una mujer reforzada por ese conjunto de lencería tan increíble…. Estoy de acuerdo con Rosaluna, yo tb al principio pensé que era cuestión de mala suerte pasada… Pero cada vez veo que es lo normal… En fin, gran reflexión!
Enhorabuena!
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