Estoy triste…, a lo Woolf; y eso no es precisamente consolador. Las piedras pesan, cada vez más… Yo nunca llevo vestidos largos como ella así que al no caberme en los bolsillos, las debo meter en el lóbulo de las orejas, ese órgano necio… Cuando están dentro suelen apretar. Molestan; a veces, como hoy, se arriman un poco de más y me termina doliendo tanto la cabeza que me pregunto por qué no se juntan del todo y barren mis pensamientos hasta arrasar con ellos. Pero no es así y entre las culebrillas del cerebro apareces tú para decirme que este dolor se pasará, que no dude en que voy a aguantar. Me aconsejas que busque consuelo en mi propia alegría, que invente una nueva aventura, que me la juegue otra vez…Pero es que ya no quiero ser valiente. Lo que quiero es QUE VU-EL-VAS… ¡MALDITA SEA! ¿Por qué no podemos tomar otro ron más? Háblame, por favor… No seas cabezota como la última vez, vuelve y hazlo una vez más. ¿Sabes que Luis ha traído tu ron favorito?… ¡Cómo me gustaría volver a discutir contigo sobre los tiempos modernos, sobre la uva, sobre el último invento que se te ha ocurrido y del que estás convencido, nos va a hacer millonarios…! ¡Cómo me gustaba emborracharme en las lunas de La Herradura contigo! Todos se iban a dormir y quedábamos tú y yo, filosofando en bajito, como de hombre a hombre… (Joder, ¿Por qué no avisaste antes? Si ni siquiera me dirigías la palabra cuando te moriste…).
A veces, cuando, al escuchar una de las historias de mis viajes, de mis novios, te sonreías echando una calada placentera a tu puro, yo me sentía orgullosa. Siempre decías que solo unos pocos elegidos podrían llegar a comprender el verdadero “meaning of life” (*); por supuesto, uno eras tú y es probable que vieras en mí que uno de tus hijos, al menos se había enfrentado a lo esencial, que un trocito de tu estela continuaría; y ese pensamiento te aquietaba…
Pero es que tu luz se ha ido…, lejos…, de repente.
Y cuanto más lejos viaja, más miedo tengo…
…
Ahora busco en camas calientes algo de sosiego que esconda el desaliento por tu pérdida; pero el roce obsesivo con la carne no hace más que agrandarlo.
Mara Blixen.

(*). Os recomiendo este librito de filosofía de Terry Eagleton sobre la búsqueda de la felicidad. En español, el sentido de la vida.
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