#vicio 02. La SEÑORA duerme, dejando paso a la PUTA.

He estado pensando durante un chispeante rato que frase de tu declaración de amor o deseo, elegía para darle título a este post,  El resultado ya es obvio pero se han quedado casi en la meta:

2. …por ahora lo único que hay para TI (esto lo cambio yo a antojo) es sexo.

3. …“Así que este es el olor de tu sexo, Mara.”

4. …Aquí tienes a tu sabueso cachondo, zorra. (Esta frase responde a uno de mis post recientes).

Os transcribo lo que me escribe Sergio M., que al parecer se toma en serio mis promesas inventadas, o las tuyas lady…

Sola de nuevo, de rodillas sobre tu cama. Desnuda, elevando tus brazos, tan sólo cubierta por tu braga blanca. Demasiado limpia. Demasiado pura. Quizás sea el momento de ensuciarla.

Me asusta, Mara, claro que me asusta. ¿Quién no tendría miedo de los demonios sexuales que tu carne pueda despertar? Si toco tus pezones, si los meto en mi boca y deleito mi lengua en ellos, no me haré responsable de mis actos. ¿Eso es lo que quieres? ¿Eso es lo que buscas? Si doy paso al incubo, no me detendrán tus miradas de sorpresa.

Te quitas la camisa y me miras, pero por encima de tu excitación está el reto. Miras directamente a mi orgullo y a mi lascivia, preguntándome, preguntándote, si por encima de mi deseo hay algo más que pueda calmarte. “Ven, cabrón, ven y empieza a tocarme”.

Me acerco a ti, aun vestido, en silencio, dejando que el silencio de nuestra expectación retumbe en las paredes de tu dormitorio. Acerco mi rostro al tuyo, y busco en tus pupilas el gran misterio de tu exterior velado, pero por ahora lo único que hay para mi es sexo.

Recuerdo tu abrigo rojo, tus zapatos de tacón, los collares y pulseras,… todos los accesorios de tu disfraz de dama. Ahora, sobre la cama, casi desnuda, todo eso desaparece, ahora, ante mí, la señora duerme, dejando paso a la puta.

Te agarro de tu larga melena, forzándote a tumbarte. Con mi mano, en una sola caricia, recorro tu cuerpo caliente y rebosante en curvas. Cuantas veces no lo habré imaginado, cuantas veces no habrás conseguido hinchar mi polla insinuándolo. Tu pecho redondo y terso, tus pezones marrones, duros, hinchados y gordos. Los recovecos de tu cadera, de tu estómago, el camino de tus muslos hacia la carne de tu culo. Mis dedos recorren los versos en braille de lo que hasta ahora sólo ofrecías a mis ojos. “Ven, cabrón, ven y empieza a tocarme”.

Cojo tu braga y tiro de ella, librándote de la última frontera, desmoronando la censura de las flores y las barras negras. Al fin, tu coño desnudo, abierto, librando a tu clítoris del abrazo de sus labios.

La braga, caliente en mi mano, ya está mojada. La llevo a mi nariz. “Así que este es el olor de tu sexo, Mara.” Sin dejarte libre, aun sujeta del pelo, meto sus encajes en tu boca, buscando con mi lengua la tuya a través de la tela. Tu sabor se funde en nuestras bocas y ahoga nuestras palabras. No hacen falta, no las necesitamos. Esta noche seremos animales, está noche sólo nos comunicaremos con gritos y gemidos.

Desde tus rodillas, mi mano libre sube directa, marcando con las uñas su paso, hasta llegar a tus labios hinchados. Entierro mis dedos entre ellos, aun sin entrar en ti, abriéndolos, cerrándolos, empapándome en tu flujo, sin dejar de besarte. Las gotas de tu coño se deslizan por mi piel, subo y las dejo caer sobre tus pezones, convirtiéndolos en manantiales de sexo. Mi boca se lanza a por tu pecho. Lamo. Chupo. Muerdo. Aquí tienes a tu sabueso cachondo, zorra. Comiéndote entera. ¿Esto es lo que querías?

Baja la mano, abre tu sexo, mis dedos acarician tu entrada, tu mirada ya no es la misma. Pídelo, Mara, pídeme que te folle con ellos, escupe la braga, grita, arráncame los pantalones y descubre mi polla para alimentarte de ella. Pídelo, Mara, “ven, cabrón, ven y empieza a follarme”…

S.M.

(Las fotos las he añadido yo).

Este juego empezó  varios posts atrás… Lee…