Janis y yo follamos en blue.

Escribo este texto ficticio-suicida sentada a treinta mil pies de la Tierra, con reducidas horas todavía y buceando en esta pantalla tonta de primera. Me entretengo con el último documental que se ha hecho sobre una de mis amigas imaginarias de la infancia: Janis Joplin; “Little girl Blue” (*).

Muchos han escrito sobre la intensidad, el hedonismo y también la tristeza de Janis. Esta noche voy a escribir sobre mí a través de la foto que hace cuarenta años captó su decencia. Seré breve solo porque mi padre lleva unos días curioseando, su cumpleaños es mañana y se va a molestar si me ve mohína.

Me lleno de collares y me desnudo como hizo ella para el fotógrafo. Lo hago con la única intención de calcar su inocencia, la que aún veo en mi rostro. Me lo tomo tan en serio como el que bebe hasta caer en hoyo, o el que se pincha en la soledad post-concierto;

Janis.

Follaba con todos los que se chiflaban en sus shows y yo lo hago con vosotros, incluso con los que no me leen aún. A veces, para recordar el momento, disparo y antes de alcanzar la fama (y para dejar constancia de mi paso por aquí), os adelanto el resultado en plata. Con otra pose quizás algo soberbia, pero como ella, honesta. Y es que los que estamos en insaciable contacto con nuestras emociones buscamos la trascendencia, es el ansiolítico más puro, la única ilusión en la soledad de la existencia. Para ello, jodemos a unos y os follamos a todos; lo hacemos desnudas…,casi desnudas porque, pese a los riesgos, es la única manera de dejar pegado para siempre nuestro sudor.

Y son los únicos bocados de vida plena; por eso aguantamos la pena a su fin, una y otra vez.

La relación con nuestro arte es dramática como lo es la estética de estrellas que ahora mismo alumbra a través de la doble ventanilla. Quedan  expuestas al vacío, como un cuchillo en pierna. Las veo solitarias, lejos… Si digo la verdad solo alcanzo a ver una; puedo morder esta luna oronda que lo eclipsa todo. Su luz se refleja en el ala del avión en pequeños puntitos que forman las tachuelas sobresalientes de la chapa. Una bombillita naranja intermitente y risueña pone la música desde el extremo. Parece querernos ayudar a salir a Janis y a mí, pero nuestra falta de contacto con el mundo y nuestro inconformismo le hará fracasar. María insistirá. Más abajo, la luna dibuja un manto blanco que emana una luz vaporosa, preciosa; pero eso desaparecerá más tarde dejando paso al día.

Se quedará en mi caja de cosas bellas cuando llegue a Madrid, ventile las ventanas, tire las bragas por ahí, vacíe mi cuerpo bajo el chorro de agua caliente y me desnude aún un poco más de camino a cualquier habitación. Tal vez abra la botella porque me gusta oír el sonido amigable del descorche, y quizás me sirva un poco,  pero nada puede ser más triste que una copa de vino sola. Janis lo sabía bien aunque su chica extravagancia al bajarse del stage era el Southern Comfort. Allí empezaba su filo con el abismo…

No hace mucho leí que la infelicidad es una condición vital con la cual el artista debe vivir, como el mal tiempo. Janis y yo nos empeñamos en no querer verlo porque somos de tierra, niñas, pequeñas, siempre alegres…

Mara Blixen.

(*). “Little girl Blue» o «Janis» se estrenó en el año 2.015. Os dejó el enlace al tráiler y a la página web oficial.

http://www.janisjoplin.com/