Ella era bella pero nadie se lo dijo de niña. Era lista y nadie se lo repetía de niña. Tenía talento para la danza y nadie reparó. Sin embargo, para todos era perfectita y en la latencia, esa edad insulsa, la castración le saludó con traje invisible. Tampoco se dieron cuenta. Ella siguió desarrollando huesos, pieles tóxicas y ojos de gitana. Cuando el molde no pudo superar más belleza, salió a exhibirse, soberbia, también alegre. Estirada, y es que las niñas tristes también se ponen tutú.
A los dieciséis volaba con raíces quebradas, perdón, cuadradas, complicadas. Las pizarras se atiborraban de sus dedos largos y los chicos hacían cola en el mercado.
Hadabella, otra mañana perfecta se contempló en la báscula, pero en vez de cuarenta y ocho quilos, descubrió a La Bestia y tuvo su primer orgasmo. Decir debo que para ella no había sorpresa en ese descubrimiento. Su pelvis burbujeaba y susurraba canciones de juventud. Cogió una cuchilla y se depiló el coño. Quería saber a qué olía esa guarrada. Los libros del Opus Dei estaban sellados y una modelo no podía osar a preguntar si eso era un agujero o una avellana amarilla.
Hadabella se enteró ese verano de que su poder ahí escondidito era aún más complejo que las inteligencias de las matrículas de honor y los corazones rotos que aplastaba en discotecas. Entonces decidió hacerse republicana como su abuelo, poeta y franciscano. Muerto, disecado en un poste de luz por los azules (su madre diría los buenos), y finalmente, beato.
Bella se cortó la falda escocesa y tiñó las bragas de rojo. Izó pancartas y bautizó una casa okupa en los sótanos del palacete urbano de su papá. Muchas tardes de invierno jugó a la ruleta con botellas de tequila en vez de dados.
Hadabella ahora también era Hadabreve, por ligera, frívola y consumista de su cuerpo. La Bella, a las pocas semanas, desapareció; se desvaneció entre los textiles blancos de primera fila política en la Gran Vía.
Fue un catorce de abril y nadie preguntó qué fue de Kate Moss.
Mara Blixen.
Comentare. Prometido. Pero he de leerlo al menos tres veces más! 💜
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joé, eres casi tan vaga como yo, corrigiendo texto.
Me pongo con la primera frase, y se me va la cabeza al cajón de las bragas, y ala, allí se queda el texto, como la madre que lo parió, sin bragas.
(Ando piya de trabajo, pero te leeré lo atrasado en cuanto le suelte dos hostias al Montoro y compañía)
Kisssss y Kisssss
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