ME FOLLAS y te digo adiós…

Estoy preparándome para esta noche, para nuestro ácido encuentro. No sabes aún porque lo será… Tú no enciendas las velas, ni prepares esas sabrosas ostras con las que te gusta mimarme…

En cuanto suba el último tramo de la escalera y sienta tu cercanía al recibirme, mi estómago va a tensar sus hilos hasta doler. A continuación, levantaré la mirada buscándote y en cuanto percibas mi rostro de disimulo contenido, sabrás que, esta vez, por mucho que lo desees, no podrás escaparte…

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Mara se arregla para el último encuentro.

 

Pero, ¿cómo puedes estar al lado de alguien que sabes que no te quiere? ¿Qué, en tan poco tiempo, ni siquiera te desea ya? ¿Qué me sientes ausente cada vez que me follas?…

Ahora que escribo “me follas”, me doy tanta cuenta de que en estos meses en realidad, no he sentido…, rien… Quizás he buscado el calor en ti por necesidad, por el fuerte vacío que estimula la orfandad. Tú te has atado a él, manipulando mi ebriedad para confundirme y, de ese modo hacerme pensar que podría estar enamorándome de ti. Sin embargo has caído en tu trampa porque el ratón, si no tiene hambre no busca alimento. Simplemente come lo que sea…, lo que le dan, lo que me das… Y aunque me sirvas en plata lentejas de caviar, me verás envejecer deprisa. Lo haré, aunque con un poco de atención, podrás sentir cómo me resisto a ello. Lo verás en el brillo cada vez más cenizo de mis ojos, que dibuja con lentitud un deseo de  agotamiento en tu ánimo por mi indiferencia… Y quizás también un golpe de efecto. Y justo, cuando empiezo a sentir en mi cuerpo la pérdida real de impulso sexual, aparece Jean. Un mensaje; hay una posibilidad, después de mucho tiempo, de volvernos a ver.

De repente, vuelvo a tener muuuucho hambre, ¡muchísimo! ¡Maldita sea! ¡Quiero esas lentejas de caviar!, pero no contigo…

De momento me contengo y decido no contestar.  Por el respeto que tengo a nuestra relación te debo, al menos, fidelidad. ¡Siempre he sido fiel! Siempre… Decliné la invitación de Eduardo a la exquisita Sicilia por ti pero… Me ducho, me masturbo y no encuentro el modo de calmar la ansiedad. Me voy a nadar… No es suficiente. Decido pasear por el parque abrupto de La Ventilla. Durante más de una hora la palabra fidelidad me golpea con sequedad el pendiente… No sé qué hacer…Conduzco el paso hacia el árbol cuya corteza, tiempo atrás rasqué con mi nombre y me acomodo en el suelo junto a él. Cierro los ojos.

Inoportunamente aparece mi  padre muerto. Un pensamiento frugal. ¡Justo en ese momento!… Toda mi vida espantándome de sus escarceos amatorios y, tras el corto tiempo que su imagen fantasmal está presente, inexplicablemente decido ver a Jean.

Después del palpitante encuentro con él, he vuelto a comer el pienso que te empeñas en darme cada día. Hoy no me cabe más así que me voy.  (Con pena porque echaré de menos tu amistad).

Para dejarte, me inventaré otra historia algo falsa y mucho más simplona que la que he contado aquí. Por supuesto, no me creerás pero cualquier cosa que te diga será bienvenida. Sabes que esta vez no me podrás convencer.

Adiós. Ahora debo buscar otros labios qué amar. Tengo que estrenar esta preciosa barra de labios…

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Mara dice adiós.

Mara Blixen.

 

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