A estas alturas ha quedado claro lo central que es en mi vida el sexo. Había oído hablar sobre los asexuales y siempre he sentido cierta curiosidad. Ahora leo en el País que existe todo un movimiento mundial alrededor de la gente que no quiere el sexo en sus vidas, AVEN ( Asexual Visibility and Education Network), así se llama. Y empiezo a imaginarme la vida sin follar. Imposible… Voy a tener que hacer un día intenso de mindfullness para conseguir concentrarme e imaginarme casta porque, solo de pensarlo se me enciende un calorcito en las vísceras como si me aterrorizase no sentir el consuelo de la pasión nunca más.
Pero ¿si lo único que verdaderamente somos es sexo? En él está nuestra esencia de ser. Y si no, leed a Georges Bataille y su ensayo EL EROTISMO. Fundamental para entender la condición sexual humana. Más abajo os dejo parte del prólogo (*) con el que estoy (o eso sigo creyendo hasta hoy) muy de acuerdo.
A continuación y en negrita subrayo las cuatro personalidades asexuales:
- As de picas: no siente atracción sexual ni romántica.
- As de diamantes: demirromántico o demisexual, que siente atracción romántica o sexual únicamente cuando hay un vínculo emocional fuerte con la persona.
- As de corazones: alorromántico asexual, que experimenta atracción romántica, pero no impulso sexual.
- As de trébol: se identifican dentro de la asexualidad, pero están inseguros o se cuestionan su orientación romántica.
pRÓLOGO (*):
El espíritu humano está expuesto a los requerimientos más sorprendentes. Constantemente se da miedo a sí mismo. Sus movimientos eróticos le aterrorizan. La santa, llena de pavor, aparta la vista del voluptuoso: ignora la unidad que existe entre las pasiones inconfesables de éste y las suyas. Con todo, no es imposible hallar la coherencia del espíritu humano, cuyas posibilidades se extienden en un territorio que va desde la santa hasta el voluptuoso. Me sitúo en un punto de vista desde el que percibo estas posibilidades, que son opuestas, en concierto. No intento de ninguna manera reducirlas unas a otras, sino que me esfuerzo en captar, más allá de toda posibilidad de negar al otro, una última posibilidad de convergencia. No pienso que el hombre tenga la más mínima posibilidad de arrojar un poco de luz sobre todo eso sin dominar antes lo que le aterroriza. No se trata de que haya que esperar un mundo en el cual ya no quedarían razones para el terror, un mundo en el cual el erotismo y la muerte se encontrarían según los modos de encadenamiento de una mecánica. Se trata de que el hombre sí puede superar lo que le espanta, puede mirarlo de frente.
mARA bLIXEN.