…, de mi vulva hinchada en los poros solidarios, de mis caderas queriendo existir, de mis muslos con las ligas aún hipnóticos, de mis pechos grandes, presentes, de mi cuello que se creía escondido, de mis labios lascivos, de mi vientre gordo, poderoso…
De mi misma que te desea en la memoria fugaz de hoy mismo…,
y esa escalerita…, pequeña, vieja, oliente de deseo tímido…,
y mis pies subían en el charol entrante queriendo encontrar el aro dorado del alcohol…, y ahora repito los pasos horizontales… Y si hubiera levantado un pie algo más del antes, hubieras follado la pierna completa, y habrías seguido hasta mi praderita mojada, arribita, más, y yo estaría deseosa de tu diversidad, abrupta, sólida, quizás demasiado grávida.
Pero estas noches viejas de Navidad que me hacen escribir sin teclear, que buscan el peldaño oscuro de una torta más en mis nalgas (preparadas a conciencia para el placer), como hiciste la otra noche, y que limpian, con tus malolientes palabras, todo aquello que quiere amoratarse …, estas noches repito…
Y volverás a hacerlo, y serás el hombre…, literatura… Te escribo a ti, que lo haces cada noche muy pesado… Aprovecho unas lineas escritas al revés para llenar mis textos…, pero hoy lo hago conduciendo el párrafo a la derecha para que no me vea él… Y se acaba la noche rosa… Me voy a Sicilia.